Había estado esperando por semanas la visita de una amiga sureña que tengo desde hace millones de años, y que al fin se arrancaría a verme a la capital. Entre el montón de planes que hicimos para los días que estaría, de pronto nació la idea de ir a un spa, porque qué mejor que un rato de relajo en medio de los días helados y la vida trabajólica ajetreada.
Y el lugar que encontramos, superó nuestras expectativas.
Y el lugar que encontramos, superó nuestras expectativas.