Dos años de libertad

Mañana se cumplen dos años desde que me vine a vivir sola, y quizá no le tomé tanto el peso porque desde que me vine a Santiago a estudiar, a los 18 años, que vivo "sola". 

Pero la vida en un hogar propio es muy distinta a la vida en pensión universitaria. Y ahora que ya llevo tiempo en esto de aguantarme sola en modo dueña de casa, puedo empezar a recoger todo lo que he aprendido, amado y odiado.

El 1 de Mayo tenía que cambiarme a mi nuevo departamento, ese dato de arriendo que llegó a mí sin buscarlo, y que parecía alineación de planetas a mi favor. Pensé que era super simbólico irme a vivir sola el día del trabajador, porque había sido un año de trabajo muy duro, pero que me permitía dar al fin este paso. Al final, por tema de feriado, tuve que cambiarme el 2 de Mayo, pero me quedé con la idea igual.

Desde que llegué a vivir a Santiago, arrendé pieza, primero una pequeña, luego una tan grande que parecía mini departamento. Pero seguía compartiendo cocina, baño, living, aire con más personas. Y pucha, nada en contra el resto de la humanidad, pero es una lata querer salir en calzones a lavarte los dientes y pillarte con tus compañeros de depa y sus amigos paseándose por todos lados.

Para el día en que trasladé mis cosas a mi nuevo hogar, tenía varios básicos: cama, ollas, un futón, muebles básicos. Y como las cocinas de los depas modernos vienen completamente equipados, estaba dada para el éxito.

Durante estos dos años he ido de a poco agregando detalles, desde el refrigerador tan necesario, hasta cuadros en las paredes por darme un gusto, de poco se armó un hogar. Pero fuera de la estructura, hay muchas experiencias ganadas

Sí, es una lata que por vivir en Santiago, en Santiago Centro, en Vicuña Mackenna en plena faena de calles, el aseo sea del terror. Estás limpiando tus muebles para sacarles el polvo, y al terminar ya hay polvo de nuevo. Y polvo de ese negro. 

También toma tiempo el tema de las compras de la casa, porque tener comida siempre es fácil recordar. Pero cuando llegas a las 11 de la noche del trabajo y te das cuenta que se te acabó el lavaloza, o el papel higiénico, es del terror. Todos esos detalles que tienen que ver con la casa, a veces es difícil de recordar. Lo mejor es hacer listas siempre.

Pero de los detalles a los que uno no estaba acostumbrada, siempre se llega a los beneficios de tener un espacio propio. No sólo porque ahora puedo pasearme en calzones sin problemas, también porque puedo disponer de este lugar, tener una mesa donde invitar a tomar té a mis amigos y familia santiaguina, o que sea la sede improvisada de un par de buenos copetes. Incluso cuando me da por cocinar e invitar a mi gente querida a ser alimentada por mí, después de tanas veces que me dejé caer en sus casas y me alimentaron.

El decorar a tu antojo, dejar salir los distintos lados de tu personalidad y gusto, mientras vas encontrando rincones para lucir esos regalos decorativos que no sabías dónde meter, o que trajiste de algún viaje con la idea clara de qué parte de tu hogar ocuparía. 

Aunque temí en algún momento dejar mi depa modo Homy o Casa&Ideas, amo esos lugares, y siempre estoy comprando cositas ahí, pero me espantaba la idea de que mi hogar se convirtiera en un mono copiado de lo que siempre muestran como decoración en esos lugares. No quería que mi living fuera de catálogo, ni que mi pieza se convirtiera en el cliché de todo lo que uno ve actualmente en internet.

Siempre es bueno inspirarse y sacar ideas, pero nunca hay que venderse totalmente a lo que te muestran armado, porque no hay que perder la propia personalidad a la hora de decorar. Aunque eso es tema de otro post, quizá.

Lo que sí me pasa con los edificios, es que yo crecí en casa, con patio grande en el sur, y sigue siendo extraño para mí vivir en departamento chiquitito, pero también se que uno en Santiago tiene que optar, no sólo por el tema económico, también por las distancias, y tengo la suerte de poder ir caminando a trabajar, y que cerca tengo la mayoría de los servicios básicos. 

En medio de la belleza de descubrirte a cargo de un hogar, uno se va haciendo mas práctica y selectiva en las prioridades, también empieza la creatividad de encajar todas las cosas en el espacio, o de cómo lograr tener lo que quieres.

Ahora creo que no hay algo básico que me falte, y de vez en cuando me nacen ideas de cosas que quiero ir cambiando en la distribución del espacio, pero ya estoy tan acostumbrada y enamorada de mi hogar, que creo que puedo decir que logré armar mi espacio como un lugar donde de verdad está mi libertad de vivir sola.

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