miércoles, 3 de mayo de 2017

NO recomendamos: Bar Teclados de Bellavista

¿Qué sucede cuando quieres hacer una celebración linda con tus amigos cuando cumples una vuelta más al sol, y buscas un lugar amplio y piola para recibirlos a todos? Los bares son la solución más fácil. Cada uno paga su consumo (o sea tú no gastas en los demás), no tienes que lavar los vasos y platos ni hacer aseo, generalmente quedan en un lugar céntrico donde hasta los que viven más lejos pueden llegar fácilmente, o sea en resumen te puedes divertir sin preocuparte. Pero cuando la atención no está a la altura o en el local derechamente no saben resolver problemas, tu mejor día se puede convertir en una lata.

Ni tus deliciosas papas teclados te salvarán esta vez

Conny: En lo personal conozco el rubro gastronómico desde dentro y fuera. Trabajé en dos ocasiones de mi vida en él, una vez en un restobar y otra ocasión en un café. Sé que hay reglas de atención al cliente en todo negocio, una jerarquía que hay que respetar, un trato al cliente que se debe tener y un montón de cosas que sólo se van aprendiendo con la experiencia porque nadie te las dice.

Como clienta, no voy a decir cuántos restobares del planeta conozco pero sí he estado en más que demasiados, en muchas ciudades y varios países. Y sé lo que hay que hacer cuando te atienden bien y cuando te atienden mal (o cuando derechamente nunca te atienden), sé reclamar cuando me sale un plástico de la bombilla en un mojito, sé que hay que avisar que la comida llegó fría por la que uno está pagando, sé cómo que reclamar cuando te están cobrando demás. Eso tampoco debe hacerte tener un trato prepotente e indigno con quienes trabajan allí. Ellos también son personas, por lo general les pagan mal, muchos de ellos también estudian o tienen familias de las que hacerse cargo. Pero también tienen que ser profesionales. Y saber asumir sus errores.

Para el cumpleaños de la Ro, mi co-editora de este blog, tuvimos un trato en el borde de lo humillante en el Bar Teclados de Bellavista, y justo el día de su cumpleaños. ¿Por qué eligió este bar en primer lugar? Bueno, ella se los puede contar de aquí en adelante.

Rocío: El asunto es que una amiga nuestra ya había celebrado ahí. Y aunque no me habló maravillas, tampoco tuve malos comentarios del lugar, así que reservé. El día de mi cumpleaños éramos alrededor de 10 personas, todas adultas conscientes de lo que beben y gastan, porque todos somos adultos con trabajos y dinero que intentamos usar lo más sabiamente posible.

Se demoraron una eternidad en traer los pedidos. Una de mis amigas tenía una hora límite para irse, y demoraron tanto, que al final se tomó rápido su trago y se fue. Entendíamos que era un grupo grande en un día viernes, pero cuando un local ofrece el servicio de grupos en una mesa, debe estar a la altura para poder atender lo que se solicita.

Pero el real problema llegó a la hora de pagar. Todos teníamos anotado lo que cada uno consumió, porque los obligué a hacerlo y evitar enredos. Y en algún punto de la noche, decidimos pagar lo que llevábamos de cuenta para luego seguir consumiendo. Llegó la cuenta y yo fui asegurándome que todos mis amigos pagaran lo que correspondía. Fui la última en pagar y habían algunos tragos y papas que, según el garzón, no estaban pagadas. Como mi trabajo es ser continuista (la persona que tiene que cuidar todos los detalles en una teleserie y recordarlo prácticamente todo por si a alguien más se le olvida), fui nombrándole quién había comprado cada tabla y que ya se la habían pagado. Una vez solucionado el tema de la comida, continuamos con el alcohol.

De los 3 tragos que estaban sin pagar, fui sincera en que había uno que no podía asegurarle quién lo consumió, porque recordaba que varias personas pidieron eso y quizá alguno había quedado sin pagar, y acepté correr con el gasto. Pero habían 2 tragos, un daiquiri y un tequila margarita que en vez de sal había sido pedido con azúcar (?),  que estaba absolutamente segura que nadie en mi mesa había pedido o consumido. Ahí comenzó la gran discusión, porque tuvimos que ir a revisar las comandas y él le repetía a su otra colega una y otra vez que yo "no me acordaba que alguien los consumió", mientras yo le corregía constantemente que mis palabras exactas eran "te puedo asegurar que nadie en mi mesa consumió esos tragos". Personalmente me enferma que me cambien la versión de lo que digo, y lamentablemente el garzón asumió que yo estaba ebria y hablando imbecilidades.

Personalmente jamás me curaría si estoy de anfitriona en un local. Si quiero curarme, que sea en mi casa, o de algún amigo.

Como no logré hacerle entender al garzón lo que yo estaba diciéndole, comenzó el show de la victimización. Todo el tiempo le repetí que encontraba muy injusto que yo debiera pagar algo que estaba segura no había pasado por mi mesa, así como también encontraba mal que él debiera correr con ese gasto. Pero no sé qué habrá pasado con su lógica que comenzó a decirnos que estábamos insultándolo y tratándolo de estafador. Me trató de mentirosa cuando volvimos a mi mesa y vio un vaso vacío de algún líquido que él dijo que era Daiquiri que yo negaba que alguien hubiese bebido.

Al ver ese vaso, me disculpé como una persona educada que asume sus errores, pero también le recordé al garzón que la persona dueña de ese vaso, había pagado, así que seguía sin tener sentido que faltara por pagar.

Mis amistades al final me dijeron, con mucha razón, que no valía la pena seguir discutiendo con una persona que evidentemente no tenía intención de dialogar. Así que pagué la diferencia y nos fuimos.

Obviamente después de todo el show, no íbamos a seguir celebrando allí. Pero sí que seguimos celebrando, y logramos olvidar el al rato por esa noche.

Lo curioso es que al lunes siguiente, le comenté a una de mis compañera de trabajo que fue a mi cumpleaños, la chica del supuesto daiquiri, lo que había pasado. Y resulta que ella me cuenta que todo lo que consumió fue un jugo de frutilla, porque estaba en medio de antibióticos y no podía consumir alcohol.

Y bueno, finalmente la historia quedó para la risa, pero es una lástima darse cuenta que el lugar que tenía muy bien catalogado, me decepcionó para mi cumpleaños.

Teclados Bellavista no es un mal lugar. De hecho creo que es buenísimo, con papas fritas exquisitas. Pero solo iría nuevamente si voy con una o dos personas. Definitivamente no tienen la habilidad de maniobrar con grupos grandes. El otro punto a favor es que su local de Manuel Montt sigue siendo un siete, atención rápida y buena onda, garzones que siempre tienen  clara la película y saben cómo atender al cliente.


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4 comentarios:

  1. Que lata que en tu cumpleaños suceda eso, pero la verdad es que me ha pasado dos veces lo mismo en Teclados (Manuel Montt) y al final hemos terminado pagando porque no se llega a ningun lado con ellos.

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    1. Pucha, nosotras siempre creímos que sólo era el de Bellavista y con grupos grandes. Nunca hemos tenido un atado cuando vamos de 2 o 3, menos aún en Manuel Monnt, pero al parecer se está expandiendo lo malo.

      Saludos

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  2. Me lo leí todito y no puedo no sentir rabia por toda la situación, impotencia también me viene a la cabeza porque encuentro terriblemente mal servicio lo que sucedió, en lo personal agradezco mucho esta entrada porque tiendo a preferir estos locales pero con esto NICAAA! o sea, si me cobraran algo que no consumí dejo la casa de putas. Qué bueno que lo publicaste y ojalá se haga masivo para que la gente sepa que tiene que evitar ese lugar, yo por lo menos vetado forevrrr jaja
    Besitos y feliz cumple atrasado :***

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    1. Yo insisto en que la mala experiencia ha sido en un solo local, y con un grupo grande de gente. Yo amo las papitas fritas de teclados y creo que seguiré yendo. Jamás volveré a celebrar allí un cumpleaños, pero mientras la atención en otros locales y siendo pocas personas sea bueno, creo que le seguiré dando oportunidades. Pero sí, es bueno compartir las experiencias, así le ahorramos mal rato a mas personas.

      Saludos!

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