viernes, 17 de agosto de 2018

Dejar de enjuiciarme

El mundo blogger está plagado de enjuciamientos, de estándares e ideas que parecieran tan difíciles de erradicar. Querámoslo o no, se nos tacha de superficiales, o existen personas que no conciben la idea que alguien que salga de los prototipos tradicionales de belleza, pueda liderar un espacio donde compartir intereses comunes.



He aquí mi propio enjuiciamiento, y cómo he hecho las paces con él.


Recuerdo que hubo un tiempo en que me sentía profundamente avergonzada de mi vanidad, admitir que me encantaba maquillarme o tener mi pelo impecable, o incluso pensar mucho en qué ropa iba a usar, era algo que me costaba admitir.

Supongo que, de alguna forma brutal, el entorno me había convencido de que era ser superficial e iba en contra de mi intelecto. Quizá porque desde que uno es niña la encasillan en algún grupo, o eres la buena onda, la linda, la inteligente. Y por ningún motivo puedes ser más de un adjetivo a la vez.

Yo siempre fui la inteligente, como si mi cerebro fuese mi carta de presentación y cualquier intento de opacarlo con algo externo, fuese un pecado. Y con los años también se me metió en la cabeza que no entrar en los cánones de belleza "ideales", era otro motivo por el cual yo no podía vivir plenamente mi vanidad.

Pero uno crece y se da cuenta que nadie es un parámetro y que uno no tiene porqué sentirse menos sabia porque quisiste usar un vestido lindo, ni que pierdes la profundidad de tus pensamientos y sentimientos por preocuparte de teñirte el pelo si te da la gana. Y por otro lado, tampoco dejas de sentirte bien contigo misma si un día sales con la cara tal cuál es, sin ningún adorno.

Cuesta salir del círculo vicioso, pero llega el día en que mientras uno se sienta bien sobre su propia persona, no tienes porqué justificar si decidiste salir con tu mejor pinta, o si optaste por un buzo y cara lavada (que es lo que más me pasa, porque es tan más rico dormir que arreglarse). 

Un día alguien me habló de los tips para ser más feliz, y uno de ellos habla sobre el sentirse bien con cómo uno se ve, no como imagen ante el resto, si no como una sonrisa ante uno mismo por ser lo que quiere sin dejar que las recriminaciones sociales te afecten. Si soy sincera, el momento que más feliz me hace mirarme al espejo, es al lavarme la cara en la noche y sacarme el smog que se me pega en la piel, cuando uno aplica sus rutinas nocturnas y la piel pareciera sonreír porque la dejaste con su dosis de amor antes de dormir.

Mi naturalidad la había asumido hace años, incluso ya sin pescar el exceso de comentarios sobre la cara de enferma que cree el resto que tengo cuando no me maquillo (casi a diario). ¿Por qué debería sentirme avergonzada de mi piel paliducha? ¿Por qué alguien debería sentirse avergonzada sobre cómo sea que se ve su piel? Sí, por salud la cuido un montón, pero independiente de eso, ya no le doy el poder al resto de juzgar lo que hago con mi cuerpo.

Completa aceptación de esta cara tal cual, y de mi pelo salvaje.

Curiosamente, mi camino para aceptar mi vanidad, fue mucho más largo, y si bien mis inicios a aceptarla fue trabajar en teleseries y convivir con este mundo de puestas en escena, creo que la gran razón de abrazarla fue comenzar a escribir y compartir en In Ladies Room, he aquí mi rincón en donde he dejado de juzgarme por interesarme en la moda o el maquillaje, y entenderlos como un arte tan válido como cualquier otro. He dejado de ser tan pudorosa a la hora de admitir que es una entretención tan grande el darse color y armar algo divertido para ir a eventos. 

He hecho las paces con mi eterno enjuiciamiento a mi propia vanidad. Y aunque existan días en que no me encuentre bonita ni con todo el maquillaje del mundo, y otros en que crea que brillo sola sin tener más que la cara recién lavada. A pesar de los días en que decido usar mi vestido favorito o ponerme ropa deportiva, es un gusto personal, y no tiene porqué competir con las otras partes de mí. 

Lo bueno es que también veo el cambio alrededor, desde simples puntos de vista, hasta talleres sobre temas de autoestima, toda una gama de variedades para todas la necesidades que hay sobre empezar a amar cada matiz de nuestras personalidades, gustos y cuerpos.

Y puse de portada de esta entrada esa fotografía, porque la premiación de los NYX y mi look, fue un total honor a la aceptación de mi vanidad, le amo, me amé ese día y mi creación sobre mi misma.

¿Son ustedes muy duras con ustedes mismas sobre su vanidad?


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4 comentarios:

  1. No tan así. Es importante aceptarse así. De chica era de esconder mi cuerpo así que no me interesaba ningún deporte.Tampoco me interesa el maquillaje ni usar falda o perfume.según se a la joven que no le interesa ni el maquillaje ni supuestamente " ser femenina " vistiendose así , ya piensan que va a llegar a lesbiana. Es un falso tópico, no creo que eso sea cierto. Si uno se maquilla y se viste bien , ya consideran que es una vanidosa. Pero si es importante arreglarse para una salida, entrevista- eso tiene en cuenta mi madre porque yo no soy de esas meticulosas. Tu sigue a tu elección. No es importante lo que opinen los demás. A veces sólo lo hacen por envidia, celos y odio.

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    1. Toda la razón!
      Pero es curioso cómo, en mi caso, me di cuenta que era yo misma la que me limitaba a hacer lo que quería, más que el resto.

      Saludos!

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  2. Qué buen artículo! Me pasa algo sumamente similar. Yo siempre he sido la ratona de biblioteca, la ganadora anual del premio a la mejor lectora y ahora la profesora de castellano y filosofía, por lo mismo yo tenía el conflicto de querer vivir mi vanidad como bien dices o de sentirme bien con mi aspecto tanto intelectual como físico, porque cuando chica siempre tuve una baja (bajísima) autoestima gracias al bullying que mis compañeros siempre me hicieron, por lo cual cuando me empecé a sentir bonita y quise arreglarme también sentí el miedo al juicio de los demás. Me sentí demasiado identificada con lo que escribiste acá (menos trabajar con actores famosos jajaja) y me hizo demasiado sentido porque he estado ahí yo también. Ahora me asumo no más, soy vanidosa, y no por ello pierdo mis conocimientos ni mi inteligencia, fue difícil eso sí pero a estas alturas de mi vida ya no me importa casi nada lo que el resto piense de mí.
    Un abrazote, Rocío 😘

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    1. Qué feo cómo la sociedad nos lava en cerebro sobre lo que debemos o no ser. Qué lindo que con los años hemos aprendido a desprendernos de los límites auto-impuestos
      Y qué penca blogspot que no nos avisa que la gente comenta!!! jajaja

      Gracias por avisarme =)

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