jueves, 27 de abril de 2017

El eterno cambio de look

Años atrás no me hacía muchas cosas en el pelo, me cortaba las puntas, crecía, de vez en cuando lo cortaba un poquito más que las puntas. Un par de veces me hice mechitas, tan populares a mediados del 2000, También lo teñí chocolate, pero considerando que mi color natural es castaño, no era mucha la diferencia. Y luego, me atacó el fanatismo.


Creo que fue en mi último año de universidad cuando comencé a experimentar un poco más, y curiosamente, siempre asocié mis locuras capilares con etapas de la vida. Allí comencé a ser pelirroja, y tenía el pelo tan largo y ruliendo que era la versión chilena de Merida, le amaba. Creo que también era porque dejé de pasarme los días enteros en la playa como cuando vivía en Villarrica, y me comenzó a dar alergia al sol, pasé de tener un bronceado eterno, a descubrir que en el fondo era super paliducha. Pasaba piola como pelirroja, o casi.

Al terminar la universidad, corté de una mi pelo que llegaba a la cintura, hasta apenas tocando el hombro, y con flequillo. Una de las razones es que la tintura pelirroja ya estaba arruinándome el pelo, y quise deshacerme de todo el equipaje pesado que venía desde la universidad.

Moraleja: no más flequillo. Se veía hermoso, pero como mi pelo siempre ha sido libre y salvaje, me costaba un mundo domarlo, así que cuando empecé a trabajar en teleseries, molestaba a mis compañeras de peluquería en exceso, para que me dejaran como un ser normal.

Y ahí también, en mi trabajo, agarré la manía de ir cambiando el pelo. A cada producción finalizada, algo cambiaba. Volví a tener el pelo chocolate cuando ya el rojo llevaba mucho conmigo, además que mi pelo se comenzó a alisar, que es mi máximo terror. Nada contra las lisas, pero en mí, siempre vivirá mi esencia rulienta. Cuando volví a mi color natural, comenzó a crecer tan rápido, que de pronto estuvo a la cintura de nuevo. 

Coincidió con mi viaje de la vida a New York que me hice parte de la moda balayage, que tan linda le queda a algunas personas. Y amé ser casi rubia y esa mata de degradé de color que caía por mí.

Tuve la suerte de conocer a una estilista en el trabajo, a la que le entregué feliz mi pelo. Soy súper quisquillosa con quién me hace cambios y he tenido un par de experiencias malas, por eso creo que jamás en la vida le pasaría mi cabello a alguna persona de un salón. Me da terror entrar a una peluquería cualquiera y entregarme a la vida, incluso cuando voy a depilarme a un salón de belleza y veo la sección de pelo, temo.

De hecho creo que dentro de los últimos 20 años, he conocido a sólo dos personas que me han hecho sentir confiada en decirles que le den adelante con mi pelo, porque confío en que será lo mejor. Una de ellas es una estilista de Villarrica que es maravillosa, y que es una de las mejores amigas de mi mamá, así que imposible que me deje mal. Y la otra es mi compañera de trabajo, que es quien me ha hecho las últimas cosillas.

Hace una semana al fin pude cambiar de nuevo. Esta vez comenzó porque mi pelo, luego de dos decoloraciones, no estaba bonito, mea culpa a que no siempre lo cuido tanto, porque en el apuro de la vida, hay días en que sólo lo lavo por higiene y no alcanzo a aplicar máscaras ni tratamientos.

Quería cortarlo de una, volver a sentir la cabeza liviana y sacar lo quemado. Pero Dani me propuso hacer lo que no habíamos logrado la vez anterior: teñirlo morado. 

El antes y después.

A diferencia de veces anteriores, en que marcaba cambios de look con cambios de vida o cosas medio emocionales, ahora me dio lo mismo. He dejado de emocionarme demasiado por cambiar algo en mi pelo, pensé que me iba a poner a chillar contenta, pero ya no. Por mucho que amé el resultado, creo que ya no le doy tanto color a cambiarme algo en el pelo. Quizá porque escucho demasiado a las personas hacer mucho show por cortarse las puntas, o porque hay demasiada gente que tiene en un altar el tener el pelo largo como Rapunzel.

Así que ahora estoy en proceso de desteñido. Obvio que como usamos un morado semipermanente, la idea es que a cada lavado mi color vaya cambiando, hasta que finalmente vuelva a un rubio que no se vea amarillento, porque el morado lo neutraliza. Me encanta descubrir cómo va cambiando el tono, y aún me queda algo de tintura morada para retocarlo, pero creo que lo haré cuando ya se haya ido por completo. 

La mayoría de la gente le amó y quedó mas en shock que yo cuando me vieron, creo que sólo una persona me odió por cortar mi larga y rubia cabellera, pero es por su amor eterno al largo del pelo. Lo que sí me causó curiosidad, es que me preguntó alguien si lo hice por ataque de rebeldía. Y yo no pude dejar de preguntarme si existe alguien a los 28 años que se tiña el pelo de colores por rebeldía, ¿no es eso síntoma de adolescencia? A esa edad uno hace tonteras queriendo ser cool y salir de lo normal y esas cosas que creemos que harán que cambie el mundo. A mi edad uno ya asume que los cambios exteriores que se hace, es mera vanidad, y aprende a vivir con ello. Me veo linda con pelo corto y morado, no hay ningún mensaje revolucionario tras ello. Los actos revolucionarios, son mucho mas profundos que un par de mechas locas. 

Estado actual del desteñido morado.

Asi que estoy fascinada de tener el pelo corto de nuevo, no hay duda que ir del muy largo a corto, es lo mejor. Creo que nunca me ha entusiasmado mucho el pelo medio. Y si no fuera porque creo que mi cara no sirve para un pixie, ya lo habría hecho también.

¿Tienen algún ritual de cambios de look? ¿O mantienen siempre su cabello de la misma forma? Las invito a atreverse, porque es como cambiarse el labial, o atreverse a usar colores de ropa que sentimos que salen de nuestra zona de confort. Con tal, si algo no nos gusta, el pelo crece y se tiñe de nuevo. Pero no olvidar que hay que encontrar siempre alguien de confianza, que más que interesarse en que le paguen su platita, sea un aporte y guía.

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2 comentarios:

  1. Me gusta ene tu pelo corto y morado y concuerdo plenamente con lo que mencionas, que el cambio y la revolución va mucho más allá de unos simples mechones o cortes de pelo. Yo aún tengo mi pelo largo, pero llevo 3 años así, con el cabello igual y precisamente estoy pasando por una etapa de muchos cambios en mi vida, y hartas ganas tengo de hacerme un cambio capilar, como para coronar todo esto que estoy viviendo. Por lo mismo te quiero pedir el dato de tu peluquera en Villarrica, yo vivo en Temuco pero siempre voy para allá y de verdad, he tenido demasiadas malas experiencias (por lo mismo quiza no me lo he cortado en tanto tiempo) y me gustaría mucho poner mi cabeza en manos confiables de verdad, porque hasta ahora no he podido encontrar a nadie que me de la suficiente seguridad para pasarles mi pelito, al igual que tú, le temo a las peluquerías demasiado.
    Un abrazo y me gusta tu estilo nuevo (creo que ya lo dije)

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    Respuestas
    1. Yo quiero ver cómo resulta ese corte Villarricence!!
      abrazos!

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